RESEÑAS DE EL LECTOR DE SPINOZA (Páginas de Espuma, 2004)

Los 15 relatos que componen El lector de Spinoza gravitan en torno a una idea muy precisa de la literatura, mucho más de lo que podrían hacerlo en torno al cuento como género. Este libro nos enseña que todavía es posible escribir buena literatura, y partir de ella para que nos ayude un poco a descifrar el mundo en el que vivimos. Algo así como decir, ésta es la realidad, éste es, a grandes rasgos, el mundo que nos toca vivir y soportar. Se trataría entonces de ver con qué palabras o sintaxis atinamos a ponerlo boca arriba. Luego vendrían las historias, el golpe de imaginación, la intriga inspirada. Javier Sáez de Ibarra pone todo ello en este libro, con esa lógica estética que apunta al corazón de la existencia y nuestros días. El cuento español ya no tiene que lloriquear por un espacio que conquistar. Lo tiene y se lo ha ganado con justicia. Pero hay que reconocer que no siempre la gente se toma en serio su trabajo. El mercado que aprieta y una desmedida falta de autoexigencia hace muchas veces que el cuento adquiera cierta forma de viñeta apañadita, pero nada más. (Hay un cuentista estupendo en Cataluña, que escribe en catalán, que nos reconcilia con la gran literatura breve. Se llama Pere Guixà y espero que algún día tengamos la suerte de verlo traducido al castellano).

El lector de Spinoza, que otorga título al libro que ahora se comenta, es un cuento de esos que si uno fuera autor de ficción le gustaría escribir. Si el que esto firma fuera aquel autor, también le hubiera gustado haber creado la historia y su resolución formal de Hombre que espera. Y ya no digamos un gran cuento como El resto invisible. Y Cantar de noche. Y La lógica. Y el que da comienzo al volumen, Eso, una idea sutil sin apenas otro sujeto que la escritura al servicio de una imagen huidiza pero enormemente sugerente. Vuelvo a un cuento crucial en este libro: El resto invisible. Una pareja de recién casados ocupa el piso que acaba de comprar. Un día dan comienzo pequeños signos de extrañeza en la vivienda de los enamorados. Una presencia invisible se apodera de ellos. Un vecino les pone al día de lo ocurrido hace ya mucho tiempo. En ese piso también hubo otros enamorados. No se trata de que el lector sepa algo. En este cuento, como en el resto de las piezas, de lo que se trata es de participar en la operación de desmantelamiento de la realidad. Ni de reflejarla ni de representarla. Javier Sáez de Ibarra nos conduce por distintos pasadizos por los que es posible descubrir la vida en sus territorios más inaccesibles. Al filo del abismo o de la tristeza humana más elemental, o de lo desconocido. Estas historias conforman todo ello. Este libro rinde tributo a la invención, lo hace como obligación del género y como compromiso ético con el placer.

 

  

"Sí, la realidad", Ayala Dip, Babelia. [4-9-2004]



El magnífico cuento que da título a esta colección obtuvo hace pocos años el premio Ciudad de Teruel. Nacido en Vitoria y afincado en Madrid, Sáez de Ibarra, publica este su primer libro pasados los cuarenta. Explica su ficha biográfica que su formación académica ha apuntado hacia la Filosofía, otro dato nada gratuito a la luz de los quince cuentos compilados en este volumen.

Y es que Sáez de Ibarra, además de defender el género breve, de escribir con sobrada solvencia y de atinar en la elección de los temas escribe con vocación de tomar posiciones frente a lo que está contando. Tiene una cierta vocación de trascendencia, de intentar ir más allá de lo que las palabras cuentan, de meditar sobre esa realidad desde el punto de vista de un observador parcial. Y éstas ya son cualidades que muy pocos debutantes ostentan. Todos los relatos de esta colección, sin excepciones, apuntan a esa finalidad. Otra cosa es que lo hagan con mayor o menor fortuna. “El lector de Spinoza”, que podríamos resumir como la historia de una traición y de un asesinato, es lo mejor del volumen: profundo, bien escrito, reflexivo, acreedor de relecturas iluminadoras y de interpretaciones inquietantes. El resto incluye cuentos que son casi poemas en prosa, como “Eso”; otros que rozan el humor absurdo, como “Gordo más que gordo”; o ejercicios de estilo como “Vía purgativa”, donde el autor juega a recrear una jerga por la vía del monólogo. Si tuviera que elegir uno, me quedaría acaso con “El resto invisible”, de impecable resolución. No es fácil acertar tanto en un río de aguas tan turbias como el actual panorama editorial español.


"El lector de Spinoza". Care Santos. El Cultural, Diario El Mundo. [18-11-2004]



Antes de decidir si encarar o no la novela Vida económica de Tomi Sánchez de Javier Sáez de Ibarra, y a fin de tantear el terreno, opté el Día de la Hispanidad por leer el primer libro de relatos que publicara Javier allá por 2004, El lector de Spinoza, cuya lectura me ha deparado una muy grata sorpresa con su estupendo debut

Después de leer los dieciséis relatos uno tiene la sensación de que Javier puede escribir lo que le venga en gana y que lo hará bien Son relatos variopintos, sugerentes, fruitivos, que cifran bien las infinitas posibilidades de la escritura, merced al caudal imaginativo del autor, manejando distintos registros (lo que conmina al lector, a su vez, a leer de muy distintas maneras), con elementos fantásticos y/o desazonadores en “El resto invisible” o “Término”, en los que brilla el humor y lo paródico en “Gordo más que gordo”, el fraseo subyugante de “El lector de Spinoza”, “Cantar de noche” (con elementos históricos y una muy plausible ambientación) o “Si sólo” (díptico o mejor, reverso de “Las enseñanzas del barroco”), la evocación de la mejor poesía en “Eso” y para ello una prosa que se muestra coloquial si estamos en el ámbito familiar en “Las razones” o acodados en la barra de un bar en “Las enseñanzas del barroco” (en el que un borracho es capaz de encandilar al camarero y también al lector), que deviene pura jerga en manos de unos pandilleros que dejan a otro chaval hecho un Nazareno con la puñetera curiosidad explícita por la “Vía purgativa”, alcanzar un tono más elevado en “Carta del ex”, que junto a “El lector de Spinoza” y “Término” marcan la cumbre, una cumbre discutidísima habida cuenta del nivel de casi todos los relatos

Sí que hay algunos relatos que me han resultado más flojos como El hombre que espera, El sombrero blancoLas razones y Tres minutos setenta y siete segundos

Ahora ya estoy a tono para arrostrar las 416 páginas de la Vida económica de Tomi Sánchez.


"El lector de Spinoza". Francisco H. González. Devaneos. Diario de lecturas. [20-12-2020]